martes, 24 de mayo de 2016

Ni estar ni haberse ido

Si dejas de respirar, si dejas de comer, de beber agua, de dormir... mueres. Simple, poético, aterrador, humano. Si dejas de escribir, se mueren tus dedos y una parte de tu espíritu. Si te hago caso, Klara, llevo muerta más de un año. Pero no quiero hacerte caso. Mis letras son mi terapia. Tus letras, mejor dicho. Las uso cuando me muero de verdad, cuando la vida me oprime el pecho con cosas bellas a su manera. Perdóname, Klara, por ser feliz, por no querer tus letras, por vivir de besos. No estoy muerta. Pero puede que Klara sí lo esté. Puede que me apetezca ser Aurora otra vez, la de los dedos de rosa, no la de los dedos muertos.

Siento haber dejado de ser la chica interesante que creíais que era. La que os gustaba tanto, con sus hisorias de fracaso, con sus intensas experiencias. La que vivía por vosotros. Los que aún creen que Aurora es mejor que Klara siguen a mi lado, siguen esperando que Aurora aprenda a escribir cosas interesantes, porque saben que cuando ella es feliz de verdad no quiere escribir. No sabe. Quiere bailar, gritar, reír, soñar y hacer el amor. Sólo con él. 

La literatura nunca me ha querido. Nunca me ha dejado estar a su lado mucho tiempo. Me dice: "Si eres dichosa, escribirás basura". Y es verdad. La pena y la soledad son una puta mina. Klara sabe sentarse con su copa de vino barato y escribir jodidamente bien lo jodidamente mal que se siente. Y escupir poemas de mierda. Y hacer que sientas que la tristeza es hermosa. Y que Klara también lo es. Y que vale la pena ser una caja de complejos con tal de ser libre y hacer lo que a una le salga de las narices. Olé por ella. Y olé por los que os habéis ido con ella. 

Me llamo Aurora y jamás he estado tan cómoda, en mi espacio para dos, con mi copa de vino barato escribiendo con los dedos vivos. Dejad que aprenda a escribir. Igual os acabo gustando yo también.

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