jueves, 30 de mayo de 2013

El grupo de Bloomsbury: El segundo sexo (Le Deuxième Sexe)




"On ne naît pas femme, on le devient." ("No se nace mujer, una se hace mujer.")

Tenía yo unos tiernos veintitrés años cuando este libro cayó en mis manos. Estaba en la facultad, mi francés no era muy bueno (me refiero, por supuesto, a mi dominio del idioma francés) y una conocida me lo recomendó, en parte, para practicar mi francés (me refiero, por supuesto, a mi lectura del idioma francés). Hice caso a aquella compañera de facultad de la que poco más supe y me compré el susodicho libro.

Recuerdo que, ya desde las primeras páginas, la obra me sorprendió. Tanto fue así que empecé a subrayar  con lápiz los extractos interesantes. Si pudieseis ver el libro, no tardaríais en daros cuenta de que el ochenta por ciento del mismo está subrayado. Dicho esto y antes de entrar en detalles, dejadme que suelte la frase lapidaria: toda mujer, blanca, negra, asiática, gitana, rica, pobre, gorda, flaca, menopáusica, hipocondríaca o compradora compulsiva... DEBERÍA LEER ESTE LIBRO (a ser posible, antes de cumplir los treinta y de joderse la vida). Y voy a ir más allá. Cualquier hombre que de verdad desee entender a las mujeres, y que las ame por lo que son, también debería adentrarse en el mundo de Simone de Beauvoir. Aunque solamente sea por curiosidad. Os aseguro que os sorprenderéis.

A ver... ¿y quién narices es la francesa en cuestión? La wikipedia dice que era una parisina escritora y filósofa, figura del existencialismo, insignia feminista y pareja del filósofo Jean Paul Sartre. Ya, os habéis quedado igual, lo sé. Explico un poco, aunque yo de filósofa tengo lo mismo que de charcutera. Para los existencialistas, las personas no nacen buenas o malas, no hay una esencia inamovible, sino que son nuestros actos, nuestras palabras... en definitiva, nuestra existencia, la que nos define.  Dicho en cristiano: si haces cabronadas a la gente, eres un cabrón. Si te rebelas contra el sistema, eres un rebelde. No importan tus condiciones innatas. Yo no soy una existencialista, al menos no al ciento por ciento. Sin embargo, sí le compro a de Beauvoir sus ideas sobre la condición de género. Sí, seguimos viviendo en sociedades patriarcales, no creo que nadie en su sano juicio pueda negar esto (bueno, a lo mejor los actuales políticos en España o algún muyahidín, pero esos desgraciados no cuentan, y menos en mi blog). Y cuando hablo de patriarcado no me refiero únicamente a musulmanas tapadas hasta las cejas. No hace falta ir tan lejos (no hablo de distancia, ya sé que hay musulmanas por todas partes aujourd'hui). Hablo de sueldos y oportunidades profesionales no equitativas, hablo de violencia de género y también de "pequeñas cositas" a las que no damos importancia. Como esos programas de televisión presentados por un señor de cincuenta y muchos, gordo y calvo, siempre acompañado de la señorita despampanante de turno. O esas madres que piden a sus hijas que pongan la mesa mientras su hermano juega a la consola. Y sí, también de ese jodido anuncio de desodorantes que vuelve a las mujeres subnormales perdidas tras olerle el sobaco a un tipejo que en la vida real no follaría ni pagando.

Volvamos al libro, que me ciego. Mi parte preferida es "La femme indépendante" (La mujer independiente), aunque todo él es fantástico. Leedlo si queréis entender por qué la sociedad es como es. Si no comprendéis por qué nacer varón o fémina aún determina la vida de un ser humano.  Si hay veces que no acabais de ver clara la razón de los diferentes roles sexuales en la pareja, o el porqué de que muchas mujeres aún se boicoteen a sí mismas y se priven de derechos, de libertad y de la propia felicidad. Este libro es, sin duda, la mejor manera de conocerse a una misma. A veces me sorprende recordar que fue escrito en 1949, hace ya casi setenta años y las cosas han cambiado tan poco en algunos aspectos... Dejemos de ser "la hija de...", "la hermana de...", "la esposa de...", "la mamá de..." y empecemos a ser nosotras mismas, liberadas del estigma que nos imponen y que, a veces, como Simone bien escribió en su libro, nos autoimponemos:  "Les femmes se forgent elles-mêmes les chaînes dont l'homme ne souhaite pas les charger" ("Las mujeres se forjan ellas mismas las cadenas con las que el hombre no quiere cargar").

martes, 21 de mayo de 2013

Naranjas de la China: Welcome to Tianchang

Sé que hacía mucho que no publicaba una entrada en esta serie. Lo cierto es que desde que regresé de Barcelona a finales de febrero no he viajado mucho por el país, en parte porque he tenido más trabajo de lo habitual y en parte porque las vacaciones de verano se acercan y no quería gastar todos mis yuanes antes de tiempo. De hecho, en estos últimos tres meses, sólo he salido de Wuwei en dos ocasiones y en ambos casos ha sido por trabajo. A principios de abril volví a Luan y hace poco más de una semana hice mi primera visita a Tianchang.

¿Y dónde está Tianchang? Bueno, pues si fueseis chinos os diría que está a la vuelta de la esquina, pero como la mayoría de los que leéis esto sois españoles, os digo que está... donde Cristo perdió el gorro. Tianchang es una ciudad de tamaño medio-pequeño (de acuerdo con los estándares chinos) situada en el límite entre las provincias de Anhui, Jiangsu y Henan. Es más o menos el doble de grande que mi amada Wuwei, pero tiene la mitad de habitantes, así que se respira mayor tranquilidad. Lo mejor es que está a tan sólo una hora y media de Nanjing (por carretera) y a unas tres horas de Shanghai, con lo que ganaré dos horas con respecto a mi localización actual.

Además, Tianchang tiene otras ventajas. Para ser una ciudad china, está bastante limpia. Por descontado que los niveles de limpieza en este país no son en absoluto comparables a los estándares europeos, pero tampoco vamos a ser hipócritas y a negar que algunas zonas de Barcelona, Madrid, Roma o Atenas tienen mierda para parar un camión... 

Lo cierto es que este viaje era muy importante para mí, no porque en Tianchang haya mucho que ver, sino porque será mi nuevo hogar a partir del próximo mes de septiembre. Sí, me quedo en China (y en Asia) un año más. ¿Por qué iba a despreciar una buena oferta de trabajo en un país que me ha acogido con gran amabilidad y que me ha ofrecido lo que en mi propia tierra se me ha negado? Además, aún he visto muy poco de China y de Asia y estando aquí es más fácil y más barato viajar por estos lares.

Debo decir que el tiempo no acompañó mi visita, pues de los cinco días que pasé en Tianchang, los cuatro primeros no dejó de llover ni un minuto. Sin embargo, y a pesar de tratarse de un viaje de trabajo, con lo que ello supone (clases, reuniones, eventos varios...), también hubo tiempo para el relax. En Tianchang vive mi amiga Jeannine, que es compañera en la compañía para la que trabajo. Jeannine es de Florida y, como no podía ser de otro modo, muy extrovertida y afable (encontradme un estadounidense sureño que no lo sea, es como encontrar una "choni" sin el rabillo del ojo pintado hasta la sien). Con ella y otros compañeros de trabajo pude disfrutar de veladas muy agradables en el Jazz Island Café, un bar-restaurante que, si bien no es exactamente de tipo occidental, sí sirve platos occidentales y copas decentes. Por copas decentes, en China, se entiende, cervezas frías (aquí es difícilisimo hacerles entender que hay que meterlas en la nevera), whiskey con hielo, vino y otras bebidas que en España cualquier persona puede servir en su propia casa pero que aquí son raras fuera de las grandes urbes.

Otra de las cosas que me gustaron de mi futura ciudad es la gran cantidad de instalaciones deportivas y parques de los que disfrutar. No tenemos nada de eso en Wuwei y la verdad es que echo de menos salir a correr o a montar en bici, por no hablar de los lujos de hacer unos largos en una piscina cubierta.

Jeannine también me llevó de compras por el centro de la ciudad y durante el paseo pude localizar cafeterías de estilo occidental y también pastelerías (un día os hablaré de las pastelerías de China...). Y algunos diréis... "¿Y esta tía para qué narices se va a China si lo que quiere es comer patatas fritas y magdalenas?". Mi respuesta es la siguiente: pasad nueve meses comiendo fideos, brochetas chinas, "dumplings", arroz hervido... en fin, comida china, y luego me volvéis a preguntar.  No tengo nada contra la comida china, es más, me gusta bastante. Podría decir que está en mi top-ten. Sin embargo, debo decir que no está de más tener alternativas. A veces, un sandwich, una ensalada o una pizza son lo único que necesito para ser feliz. A menudo necesito más cosas.

Cambiando de tema, permitidme que os hable un poco del instituto. ¿Habéis ido a la universidad? ¿Sí? ¿No? ¿No lo sabéis? Bromas al margen, he visto campus universitarios en España más pequeños que el instituto en el que trabajaré el curso próximo, que cuenta con varios aularios, residencia para estudiantes, una cantina gigantesca, auditorio independiente y unos jardines que no te los acabas, con lago incluído por si quieres suicidarte al estilo "Ofelia" tras un mal examen. Si a esto le sumamos que la directora del centro, Madam Tao (sí, ya sé que suena a nombre de puticlub), es una cachonda, creo que va a ser un buen cambio, sin desmerecer lo que tengo en Wuwei, donde siempre me han tratado con mucho cariño.

Veremos qué nos depara el futuro, porque aún no existe, solamente existe el ahora y, por el momento, sigo viendo un gigantesco árbol tras la ventana de mi piso en Wuwei.