martes, 19 de noviembre de 2013

Los dioses cabreados



ateo, a: que niega la existencia de Dios.
agnóstico, a: que niega la posibilidad del conocimiento de lo divino o de lo que trasciende de lo experimentable. No niega la existencia de Dios, sólo la desconoce y por tanto, no cree.
dogma: fundamentos capitales de cualquier ciencia o doctrina.
ciego, a: privado del sentido de la vista. Metafóricamente, persona estúpida que se niega a ver la realidad.


Cuando tenía poco tiempo de vida, mis padres, como casi todos los padres españoles de la época, me pusieron en manos de un señor con vestido para que me diese la bendición y me mojase la cabeza usando una concha llena de agua. Una cristiana más en el mundo, católica para más señas, que para eso nací en Castilla.

Nueve años más tarde, otro señor con vestido me soltaba semanalmente sermones sobre el amor al prójimo, los mandamientos, el pecado, la fe y el sacrificio. A cambio de soportar semejante tedio y una ceremonia de hora y media, me vistieron como a una princesa y me colmaron de regalos. Eso sí, tuve que comerme un trozo de oblea como la que ponen en el turrón de Alicante, pero sin el turrón. Lo bueno es que me dieron vino. Seguía siendo católica ante los ojos de Dios y mi alma estaba asegurada por algún tiempo más.

Y ya está. Ésta es mi relación con la Iglesia Católica. Luego he pisado algunas iglesias, claro. Algunas veces como turista. Me gustan las iglesias, son tranquilas y bonitas. Además, en Europa tenemos unas catedrales maravillosas que, si bien han costado sangre, guerras y sufrimiento, ya que están ahí merece la pena verlas. En alguna ocasión me han invitado a bodas y no me he podido librar. También he asistido a algún que otro funeral. Los funerales ya son tristes. ¿Hace falta celebrarlos en un sitio oscuro, con un cura diciendo que somos ovejas y que nuestro difunto amigo o familiar resucitará como hizo Cristo, cual zombi Romeriano?

No soy atea ni tampoco agnóstica. Fundamentalmente, creo las cosas que la ciencia ha demostrado. No obstante, soy una humanista y también creo en otras cosas que ni han sido demostradas, ni pueden explicarse desde la razón. Son cosas que se sienten o que se perciben. Además, no entraré en detalles pero algunas experiencias personales me han llevado a pensar que hay mucho más de lo que conocemos. Eso sí, ni sé cómo llamar a estas creencias, ni quiero etiquetarlas. Algunos lo llaman espiritualidad, pero no sé si estoy del todo de acuerdo.

La cuestión es que, en algún momento de la historia, alguien decidió relacionar directamente espiritualidad y dogma. Voilà, ya tenemos religión. En principio, la religión nace (y sobrevive) como una herramienta de control. Dios (o Zeus, o Alá...) dice que está mal robarle al vecino y que si lo haces despertarás su ira y serás castigado (te caerá un rayo en la cabeza y te reventará el cerebro, por ejemplo). Así se evitan los robos. Pero claro, al ser humano le gusta meterse en líos y si los castigamos a todos, en el infierno no cabrá un alma (literalmente). Por eso, si te arrepientes se te perdona. Solamente tienes que rezar veinte avemarías, echar unas monedas en el cepillo o matar una cabra a los pies del Parnaso. Tú decides.

Además de establecer ciertas leyes innegablemente útiles, la religión servía como fuente de esperanza para muchos (los que se portaban bien y no iban por ahí matando vecinos). Si sigues la doctrina establecida:

a. Irás al cielo (en primera clase).
b. Alcanzarás el Nirvana (como Kurt Cobain).
c. Ganarás una parcela en los Campos Elíseos (los de París no, los de verdad).

Las religiones, que en su día tuvieron su utilidad, hoy en día son solamente como esos granos blancos que salen en la cara y que no se pueden reventar. No sirven para nada, no son bonitos y no hay cómo deshacerse de ellos. 

Por supuesto, siguen controlando a la gente. ¿Que queremos proteger el patriarcado? Pues decimos que Dios (o Alá, o quien sea...) dejó por escrito bien clarito que los hombres son más listos y guapos que las mujeres, y además aparcan mejor. ¿Que nos interesa llevarnos el petróleo de ese país de nombre impronunciable? Nuestro dios nos ha enviado un email divino especificando que son unos infieles y que se echa de menos la Inquisición, con lo bonita que era... ¿Que queremos vengarnos de los que se han llevado el petróleo? Pues hacemos volar por los aires unos cuantos edificios o trenes en nombre de nuestro dios, que es el único verdadero, porque nos ha dicho en sueños que le gusta la Jungla de Cristal...

Demasiadas estupideces en nombre de los dioses. Ejemplos hay miles, yo doy solamente diez, que esto se me está alargando mucho:

1. Los antiguos cartagineses sacrificaban bebés en nombre de sus dioses. Los lanzaban al fuego. Qué bonitas son las tradiciones antiguas, hay que respetarlas ¿no?

2. Los faraones egipcios se creían dioses reencarnados. Eran los Messi de la época, pero con la raya del ojo pintada. Todo humildad.

3. En muchos cultos politeístas se practica la antropofagia (canibalismo), la violación y otras actividades festivas. Un sarao sin comida y mujeres nunca es lo mismo.

4. Cruzadas, Inquisición, tortura, quema de libros, pederastia, expolio, homofobia, sexismo... son algunas de las grandes obras de la Iglesia Católica, Dios la bendiga. Si te has perdido alguna, pon la COPE.

5. A los musulmanes les gustan las mujeres con curvas, pero que las lleven bien tapaditas, que no hay nada más sexy que un burka bien sueltito, en color negro petróleo y que nos aporte un cero por cien de visibilidad lateral. Lo bueno de ir tan tapada es que no se ve que te han cortado el clítoris con una gilette. Además, son muy amigos de los fuegos artificiales y de reventarse las tripas por amor a su dios, el único, Alá.

6. Los judíos piensan que si llevas capucha, no eres un hombre. Las mujeres, mejor calladitas. Mira, eso es algo muy de todas las religiones, ¿no? A alguien se le ocurrió darles un trozo de tierra (bastante feo, por cierto) y hoy se matan por él.

7. Enrique VIII quería divorciarse de Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena. Como el Papa se negó a conceder la bula necesaria (por ser Catalina hija de los mismísimos Reyes Católicos) pues se montó su propia iglesia, la Iglesia de Inglaterra. Como Juan Palomo. Luego expolió todos los conventos de Inglaterra, colgó a los herejes y santas pascuas. Su hija, la Bloody Mary, le cogió el gusto a quemar protestantes.

8. En el mundo hay montones de sectas que permiten la pederastia. Ah, y si quieres un harén, no vayas a Arabia, vete a Utah.

9. A los testigos de Jehová les encanta despertarte de tu siesta, darte folletos con dibujitos del Paraíso (que es como Marina d'Or pero con tigres) y decirte que aún estás a tiempo de salvar tu alma. Son buena gente, creo...

10. Guerras de Yahvé, Cruzadas, Yihad... cuando nos aburrimos, nos matamos porque nuestros dioses siempre son mejores que los vuestros. A veces, el fútbol no es suficiente.

No sé si existen los dioses. Yo nunca los he visto. Si fuese el caso de que sí, lo que sé seguro es que no les hará gracia ver como sus piezas de Risk van cayendo tontamente. Seguro que no les parece mal que dos hombres se besen o que las mujeres no hagamos la cena. Seguro que les horroriza ver cómo hay quien lanza ácido a la cara de una mujer por adulterio o cómo esos señores que nos llaman ovejas abusan de niños inocentes. No seamos ciegos, no nos hacen falta leyes divinas para saber lo que está bien y lo que está mal. No nos escudemos en textos de hace dos mil años ni prediquemos la palabra de hombres que nunca conocieron la realidad de los días presentes. El único dios es el amor y esa es la única religión que deberíamos profesar. Amén.