sábado, 18 de agosto de 2012

Gente


No creo en las patrias ni en las banderas. Nunca he creído, pero, con el paso de los años, los viajes, la lectura... mi fe en el nacionalismo se ha hecho aún más débil. Eso no significa que no sienta cariño por ciertos lugares que me traen recuerdos entrañables de mi propia vida. El olor del romero y de la sal que me llevan a la costa mediterránea del Garraf; las estrechas calles de los barrios más pintorescos de Barcelona, ciudad en la que he vivido, estudiado y trabajado durante años; los rincones de mi barrio de Cornellà en el que he crecido; los colores ocres de la Castilla en que nací y que me ha regalado tantas vacaciones... Amo estos lugares, pero no desde el punto de vista del sentimiento patriótico. No iría a la guerra por ellos, ni moriría por ellos, ni renunciaría a las infinitas posibilidades que pueda ofrecerme el mundo por amor a la tierra (como bien dice Grace Nichols "Wherever I hang my knickers, that's me home" o donde quiera que cuelgue mis bragas es mi hogar). Éstas son cosas que solamente haría por algunas personas, por mi gente, mis amigos y mi familia.

Me voy a China a trabajar. Se trata de un viaje de diez mil quilómetros, una diferencia de seis horas, un idioma completamente distinto, costumbres exóticas y desconocidas, otro planeta. ¿Qué echaré de menos allí? No echaré de menos España, ni Catalunya, ni lo que representan estos conceptos. Echaré de menos a mi gente. Bueno, y el jamón, el olor del jazmín en verano, la Nochevieja y el vino de garnacha. Pero, por encima de todas las cosas, es mi gente lo que me da pena dejar atrás. Las partidas de dominó con mis padres, las escapadas locas con mi hermana, la calvorota de mi hermano, las locuras de mis primos... las noches de juerga con Diana, Sonia, Sandra, , Susana... los besos de algunos labios sin nombre, las tardes cerveceras con Thais, las confidencias con Jordi, las charlas interminables con Leti, las trifulcas discotequeras con Eli, ... Lo demás no tiene valor alguno, me temo.

Soy una humanista convencida, por eso creo firmemente que las personas hacemos el mundo, para bien y para mal, pues sin la gente, esto no sería sino un planeta hermoso en medio del infinito.