miércoles, 16 de mayo de 2012

El sabor del silencio


Entre dagas y silencios
prefiero el filo hiriente,
que quema y que sangra,
no quiero la ausencia
de tus palabras,
que siempre desgarra.

El silencio sabe amargo,
sabe frío,
sabe eterno.

Para no dejar constancia
de lo que siento
doy permiso al silencio,
como también le permito 
aturdir mis sueños.

Pero el silencio es agrio,
es metálico
e incierto.

La palabra es enemiga honesta,
no apuñala por la espalda,
no es, como el silencio,
la verdad enmascarada.